lunes, 6 de octubre de 2014

41st BMW BERLIN MARATHON


Bego volvía a Berlín después de 20 años. Entonces me regaló una camiseta con esta imagen. Aún la tengo.

¿POR QUÉ BERLÍN?
Quién me conoce sabe que cada día disfruto más corriendo por el monte y menos por el asfalto, pero he decidido seguir corriendo, al menos, un maratón de asfalto al año. Me ayuda a valorar mi evolución y a saber en qué punto me encuentro. Y me gusta.
Si vives en Europa y corres maratones, parece lógico que antes o después decidas pasar el último domingo de septiembre recorriendo las calles de Berlín con otras 40.000 personas. Aquí se celebra el que para mucha gente es el mejor maratón del viejo continente. Cuando leí las crónicas de Alberto y Santi de sus participaciones en 2011 yo ni siquiera había pensado en correr mi primer maratón, pero ahí quedó la semillita. El año pasado estuvo Celina, que se marcó un carrerón. Su crónica fue fantástica y yo la leí con especial emoción mientras esperaba la confirmación de mi preinscripción. Porque desde el año pasado hay un sorteo para cuadrar las solicitudes (74.707) con el máximo de inscripciones que los organizadores admiten (40.000) Afortunadamente, el 31 de octubre me notificaron que estaba entre los ‘elegidos’ y el 4 de noviembre, primer día para formalizar la inscripción, agarré la VISA y cerré mi cita con el maratón para 2014: Berlín / 28 de septiembre. Por cierto, en paquete básico, porque esta prueba no es precisamente barata. Entre 98 y 159 €. Así que ni siquiera tengo una camiseta de recuerdo, cuestión que me trae bastante al pairo, todo hay que decirlo.
Feria del Corredor en el viejo aeropuerto Berlin-Tempelhof
Habían pasado 2 semanas del maratón de Amsterdam y aún no hacía un año de mi ‘bautismo’ en Valencia. Entre ambos había corrido el maratón de Madrid. Hoy no toca hablar del impresentable sr. R., pero en Berlín me resultó inevitable establecer algunas comparaciones con el maratón de mi ciudad. ¡Cómo es posible que en una carrera de 40.000 personas no tuviera que esperar cola (NADA) para dejar la bolsa de la ropa antes de la carrera! ¡Y para recogerla al finalizar tampoco! ¡Ni para la medalla, ni para la bolsa con fruta, ni…! No me extenderé, pero creo que el sr. R. debería venir por aquí con una libretita y un lápiz. Y si encuentra algo de humildad que la eche también a la maleta, que le ayudará si realmente decide aprender algo. Y por supuesto no acepto que se haga de esto una discusión de tópicos Alemania vs España. Ni nosotros somos víctimas de una maldición divina que nos impida ser eficaces, ni las organizaciones alemanas son siempre impecables. Hablo del maratón de Madrid y el maratón de Berlín, que tampoco es perfecto, por cierto. Para las oleadas de salida prefiero Amsterdam, por ejemplo.

LA PREPARACIÓN
Para preparar este maratón seguí un plan genérico, de esos que tanto les ‘gustan’ a los entrenadores, de 16 semanas con 4 entrenos x semana. Mi objetivo era bajar de 4 horas. Acumulaba menos kilómetros que el que seguí para Amsterdam, pero había más intervalos y series y menos rodajes. Empecé el lunes 9 de junio, justo después de correr el Cross del Telégrafo. Durante las 16 semanas participé también en una media maratón de montaña en Lozoya, en la Zumaia Flysch Trail (32K D+1.500) y en asfalto los 10K de Sotillo, en los que hice MMP: 44:16 y la MM de Logroño, como un Drinking Runners más.
Mogollón de stands. Marcas, carreras...
Excepto las dos semanas que estuvimos de vacaciones, en las que me olvidé del Garmin y salía a correr el rato que me apetecía y a los ritmos que me daba la gana, las otras 14 semanas puedo decir que he sido bastante disciplinado. Entrenar en verano, cuando vives en Valdemoro y trabajas en Madrid, es salir muy tarde o muy temprano. Esas ‘horas centrales del día’ que te aconsejan evitar las autoridades sanitarias, en la estepa mesetaria son 8 ó 9. Pero con la complicidad imprescindible de mi familia, pude ir sacando uno a uno todos (o casi todos) los entrenos del plan. Una buena parte de estos entrenos han sido en solitario, pero de los que he compartido con amigos y compañeros gastazapas recuerdo especialmente la tirada larga que hice el 7 de septiembre, a falta de 3 semanas. 
Empezamos Markos, Alberto, Juli, Jan y yo. Jan nos dejó pronto porque quería hacer algo más específico de cara a la Magovia y Juli hizo lo propio cuando aquello empezó a hacérsele demasiado largo. Pero Alberto y Markos, las dos personas con las que más horas de entrenos he compartido este año, me aguantaron los casi 30K de tirada cuando para ellos en ese momento tal vez no era lo más oportuno ni apetecible. Gracias chicos.

LA VÍSPERA
Viajamos a Berlín el sábado por la mañana. A mediodía estábamos en la Feria, que se celebra en el antiguo aeropuerto de Tempelhoff. A lo largo de cientos de metros tienes a izquierda y derecha tropocientos stands de marcas y carreras, y al final del recorrido está la zona en la que te entregan la exigua bolsa del corredor. Dorsal, chip, una esponja, una pulserita de goma y la mochila para el guardarropa con una pegatina con tu nombre y dorsal para identificarla. Y papeles…
Mercadillo en la isla de los museos
Recogida la bolsa (sin ninguna espera) la hora recomienda un primer avituallamiento líquido y sólido y lo hacemos en uno de los chiringuitos que hay al pie de las pistas. Resulta extraño para este españolito de a pie, ver que en el interior de la ciudad más poderosa de Europa se puede mantener un espacio abierto de varias decenas de hectáreas, completamente diáfano, para uso y disfrute de la gente. Cuesta creer que el fin de las operaciones en el aeropuerto no generase ninguna operación urbanística especulativa. Felicidades berlineses.
Después de nuestro primer contacto con el currywurst y la cerveza alemana, nos vamos al hotel. De camino pasamos por un mercadillo en la isla de los museos. Junto al río encontramos unas parejas bailando tangos. El día anima a salir y parece que los berlineses necesitan poco para echarse a la calle. El hotel está muy cerca de Alexander Platz, justo enfrente del Instituto Cervantes. Dejamos los trastos y salimos a descubrir el barrio. Cenamos en un italiano el plato de pasta que indica el manual del buen maratoniano y a dormir.

LA CARRERA
La zona de las mochilas estaba frente al Bundestag
Desde la ventana se ven ríos de corredores caminando hacia el metro. Desayunamos y nos unimos a la marea. Decidimos bajarnos en Friedichstrasse y bajar andando hasta la Puerta de Brandenburgo. Hemos quedado con Vicente en la embajada americana. Allí está. Lleva un buen rato, nos cuenta que no ha dormido bien. Yo, en cambio, he dormido como un lirón. Estoy descansado. Excitado, pero no atacado. Emocionado, ilusionado… listo para disfrutar la carrera y dar lo mejor de mí mismo, espero que durante menos de 4 horas. Bego nos hace las últimas fotos antes de entrar en la zona restringida a corredores. Dejo la bolsa con una camiseta y el forro que traía puesto. Me pongo por encima el plástico que proporciona la organización para que no cojamos frío hasta la salida. Vamos a nuestro cajón, el G. Tiempos previstos, desde 3:50 a 4:15. Hay que caminar un ratillo. Toda la zona de salida está dentro del Tiergarten, un parque enorme vertebrado por la Strasse des 17 juni, calle en la que se encuentran la salida y la llegada. Cuando entramos al cajón ya está bastante repleto y nos quedamos muy atrás. El speaker anima la espera. Aquí hay gente de mogollón de países. Se acerca el momento de la verdad y en la megafonía suenan los primeros acordes de la cabalgata de las walkirias de Wagner. Los pelillos se estiran un poco más. Hordas de runners salen, al galope o al trote, a conquistar Berlín. No es una batalla conjunta, son 40.000 intentos de conquistas particulares. Unas tendrán éxito y otras no. ¿Cuántos kilómetros acumularán estos 40.000 pares de zapatillas? Las adidas de Vicente ayudan poco, porque prácticamente las estrena hoy, sólo tienen 20K. Las de los top tampoco sumarán demasiados, pero a pesar de Vicente y de los keniatas, creo que entre todas pasarán el millón de kilómetros seguro. 
Así se va en el kilómetro 7
Kimetto y compañía salen a las 8:45. Nosotros pasaremos por el arco de salida 16’ más tarde, en medio de un mogollón de gente impresionante.Vicente y yo hemos decidido hacer los primeros kilómetros juntos. Luego iremos viéndolo sobre la marcha. He planteado intentar un ritmo medio de 5:30, eso significa pasar la media sobre 1:56. En el Garmin llevo 2 pantallas. La primera indica distancia, tiempo y ritmo medio. La segunda ritmo del kilómetro anterior y ritmo ‘actual’. Éste último lo entrecomillo porque así es también cómo lo interpreto.
En los primeros kilómetros resulta complicado mantener el ritmo porque hay muchísima gente que va más lenta y tienes que ir superándolos sin incordiarlos, ni perder mucha energía en el empeño. El público está por todo el recorrido, la animación es constante, temperatura perfecta, nada de aire… Es el día perfecto para correr un maratón.
En el kilómetro 7 empieza la música y se me va Vicente. Le pierdo de vista un momento y cuando vuelvo a verle está bastante lejos. Yo no quiero ir tan rápido. En el ritmo medio voy contrarrestando una salida bastante lenta encadenando kilómetros entre 5:26 y 5:36. Antes del 10 sólo habrá 2 que se salgan de ese rango (5:06 / 5:13) En mi estrategia, además del ritmo medio, hay otro punto clave: no pasar 2 kilómetros seguidos por debajo de 5:15. Es una forma de evitar que un exceso de entusiasmo me acabe pasando factura. Sé que la mayoría a estas alturas estaréis hasta el gorro de leer números y estaréis pensando ¿este tío habla de disfrutar un maratón? ¡Si parece Victoria Abril en el 1,2,3. He corrido un maratón en el que prácticamente no miré el Garmin en las 4 horas y 11 minutos que estuve corriendo. Madrid. Lo hice íntegramente con Juan Seguí, no llevaba ningún objetivo en la cabeza y lo disfruté. Pero en Berlín me lo he pasado de puta madre y, aunque parezca difícil de creer, en ningún momento me sentí agobiado por la marca.
Esto es en el paso por la media. 1:56:01
Tampoco es que fuera controlando kilómetro a kilómetro. Muchos de los datos que me dio el Garmin al volcarlo el track a la página los veía allí por primera vez. Pero sé que no podría haber corrido este maratón sin pulsómetro. Otro seguro que sí. Y sabré disfrutarlo tanto o más que éste.  Nueva York podría ser un candidato inmejorable para correr sin Garmin. Lástima que esté absolutamente fuera de presupuesto (acepto mecenas, siempre que me respeten)
Volvamos a la carrera. Ya he dicho que en el kilómetro 7 empezaba la música. Pues bien, la música es un elemento accesorio en este maratón. Uno de los motivos por los que yo recordaré siempre el maratón de Berlín es por la cantidad, calidad y variedad de bandas que me ayudaron a disfrutar aún más de esos 42 kilómetros. La música es una parte esencial de esta fiesta. Se funden con naturalidad un cuarteto de jazz con otro barroco, una batucada o un grupo de rock. Subidón especial sentí en el kilómetro 18 cuando un grupo que ya he localizado en Spotify, Blackmail, estaba tocando She’s some kind of wonderful, de Grand Funk Railroad. Curiosamente, me he reencontrado con esta banda americana, a la que mi madre nunca llegó a apreciar del todo en los últimos ’70 y primeros ‘80, mientras preparaba este maratón.
Postdamer Platz. km. 38. El Ave Fénix volando hacia la meta
Volvemos a la carrera después de la penúltima disgresión. Los avituallamientos son bastante largos, pero se producen embotellamientos inevitables. En este aspecto ayuda poco el tema de los vasos, del que creo que ya hemos hablado en alguna ocasión, pero no quiero pensar lo que podría pasar con botellas de agua por el suelo como vasos había. Llevo mi cinturón de hidratación con 3 geles que, en principio, pienso tomar hacia el 17, 28 y 35. Utilizaré todos los avituallamientos que hay en carrera excepto el primero, en el 5, y el último, casi en el 41. Pierdo tiempo, pero bebo casi un vaso completo en cada punto. A medida que avanza la carrera se va notando algo de calor, y no me importa perder un poco de tiempo a cambio de hidratarme correctamente. Alterno agua e isotónicos, excepto si toca gel, que tomo siempre con agua.
La carrera nos muestra algunos de los lugares que todo el que visita Berlín quiere conocer, pero también nos enseña otros espacios alejados de los circuitos turísticos que resultan muy atractivos. Correr 42 kilómetros no es un mal modo de empezar a conocer esta ciudad, pero para completar la tarea no basta con quedarse hasta el lunes. Salvo que ese lunes esté, al menos, a 22 días del domingo.
Volviendo de nuevo a la carrera, en el kilómetro 34 volví a ver a Vicente. Iba pegado al lado izquierdo y parecía estar rodar muy redondo.
Poco después de pasar bajo la Puerta de Brandenburgo
Le llamé, chocamos las manos y me dio ánimos para ir a por el 3:50, supongo que me vería muy bien, pero yo no iba tan bien como hasta ese momento. Realmente tuve un pequeño bache entre el 34 y el 37 en el que tuve que tirar de todos los recursos que me quedaban. No llegué a ver en peligro el sub 4h, pero es lo más cerca que estuve de sufrir en toda la carrera. Tomé el último gel, me acordé de mis chicas y me acordé mucho de otra chica que es muy especial para todos los que la conocemos y que estaba corriendo a mi lado desde el principio pero extrañamente callada desde la salida. Pensé, si consigo ponerle la mitad del coraje (Berri habría expresado esto mucho mejor, de un modo más gráfico) que ella le pondría, aún puedo recuperar parte del boquete que me acabo de hacer y terminar esta carrera cómo merece. Joder, no sé si fueron los hidratos del gel o el espíritu luchador de Almu que me poseyó, pero de repente decidí que había que darle hasta que se acabara la gasolina y mi cuerpo respondió perfecto. A partir de ese momento ya no miré el pulsómetro. Sólo me guiaba por los puntos kilométricos y a medida que se acercaba la meta forzaba un poco más. Realmente me sentía muy bien. Sabía que podía petar, pero no pensaba hacerlo.
Vosotros no podéis verlo, pero yo sí. El arco de meta.
Cuando pasado el 41 giras a la izquierda y ves la Puerta de Brandenburgo, la emoción te embarga, aunque no le debas nada. Reconozco que en ese instante me salió mi yo más competitivo. Había chocado muchas manitas a lo largo del recorrido, pero ahora no era el momento. No para mí, Celina. Vi a una chica de rosa que me había pasado en el momento bajón como si yo estuviera parado. Estaba a unos 50 metros, tal vez más. Pensé que alcanzarla confirmaría que había arreglado el boquete de aquellos kilómetros malos. Cuando ahora lo escribo, me cuesta encontrar una fórmula para no parecer un completo capullo. Tal vez la demanda extra de oxígeno que reclaman los músculos en una situación así deje al cerebro un poco desatendido y esté justificado pensar como un adolescente en el patio del colegio. A lo mejor tiene mucho más sentido pensar como lo hice del que le encuentro ahora al escribirlo. Sea como fuere, la alcancé, la pasé y con el arco a la vista esprinté con todas mis ganas. 


PS: Después de publicar esta crónica he visto las fotos de la web marathonfoto.com y en realidad la chica de rosa, que se llama  Satoko Fujihara, acabó dándome pa'l pelo. Os juro que había olvidado completamente su repaso.  おめでとう
EPÍLOGO
Un rincón del Berlín alternativo que recordaba Bego.
Berlín ha sido mi 4º maratón y, sin duda, el mejor hasta el momento.

No sólo porque haya hecho mi mejor marca, 3:51:21, bajando 10’ la anterior y quedando a  sólo 1:50:24 del nuevo record de Kimetto, sino porque haciéndolo disfruté de principio a fin. Incluso en los momentos delicados, que también los hubo, porque no me dejé tragar por ellos, claro que tuve una ayuda de lujo.
Creo que me exprimí con cabeza, pero bastante a fondo. No creo que mi mejor marca posible esté muy lejos de la que hice el día 28. Quiero decir, con el planteamiento actual, auto-entrenando y sin pasar de 4 días a la semana, que ya me parece bastante para conciliarlo razonablemente con la vida familiar, laboral, etc. No dejar que una sana afición se convierta en una jodida adicción, vaya.
El circuito, además de ser el flat & fast que registra los últimos nosecuantos records del mundo, recorre una ciudad sin la que no podría explicarse buena parte del siglo XX. No soy historiador ni siquiera ‘un buen aficionado’, pero, sin entrar en valoraciones de buenos y malos (o malos y malísimos) Berlín es una ciudad clave para entender el siglo XX. Y a pesar de que la RAF y la USAAF hicieron un trabajo exhaustivo, aún quedan edificios que nos hablan de esa noche oscura en la historia de la humanidad.
Postdam Platz 1994
Postdam Platz 2014
El domingo por la tarde y, sobre todo, el lunes hasta que fuimos al aeropuerto, donde batimos algún record oficioso seguro, porque llegamos los últimos a la puerta de embarque y con la lengua fuera, caminamos Berlín. Si Rumbao debería conocer este maratón sí o sí, los políticos españoles deberían darse también una vuelta por la ciudad entre genuflexión y genuflexión a la cancillera. Tal vez así entenderían que hay heridas que es mejor dejar que supuren en lugar de cerrarlas infectadas. 
Peace & Love (please)